Diego Enrique Osorno*
México enfrenta una de las mayores crisis de violencia de su historia contemporánea, concluye un diagnóstico impulsado por el Episcopado mexicano a partir de un proceso de consulta que abarcó más de mil conversatorios en los que participaron casi 15 mil personas, así como la celebración de 50 foros con especialistas en justicia y seguridad de los 32 estados del país y un diálogo nacional con mesas de discusión que tuvo alrededor de 500 representantes de múltiples organizaciones.
De acuerdo con el diagnóstico emitido en septiembre del año pasado, la crisis actual viene de 2006, un año de intensa agitación social y de la llegada a la Presidencia de Felipe Calderón. La violencia acumulada desde entonces, por su gravedad, trasciende los ámbitos de la política, la salud pública, la educación, la economía y el medio ambiente, analiza el documento.
Hoy tenemos un promedio diario de 92 personas asesinadas y 26 desaparecidas, más de 3 mil fosas clandestinas encontradas y 240 grupos de personas organizados para buscar a sus familiares y amistades desaparecidas. “El principal signo de inseguridad —anota el documento— es el control territorial que tienen las alianzas criminales para hacer negocios lícitos e ilícitos, situación que amenaza la vida democrática del país. Estas alianzas controlan desde tianguis y mercados hasta bosques y empresas mineras, pero también a policías, alcaldías y fiscalías. Estamos delante de un Estado rebasado y que requiere de la participación social para hacer frente a esta realidad”.
Fue el crimen de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, el guía de turistas Pedro Palma, así como del joven Paul Berrelleza, ocurrido el 20 de junio de 2022 en la Sierra Tarahumara, el detonante para que el grupo de obispos católicos del país llevara a cabo esta iniciativa que busca impulsar una Agenda Nacional de Paz, la cual fue suscrita estos días por Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez.
Abordaremos en este espacio algunas acciones de dicha agenda, pero antes comparto una de las conclusiones sobre la normalización de la violencia detectadas por este interesante ejercicio: “Desde las comunidades participantes en los foros de justicia y seguridad ha sido evidente que, desde hace más de 17 años, la inseguridad y las violencias forman parte de nuestra vida cotidiana, están insertas en la sociedad y se expresan de distintas maneras en la cultura”.
*Escritor y periodista.
@DiegoEOsorno
