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Opinión. La Sección 22 sin respaldo popular

por Agencia Zona Roja

Néstor Y. Sánchez Islas

Que la Sección 22 realice bloqueos se ha convertido en parte de nuestra realidad cotidiana por los últimos 45 años. Pero no por ser cotidiano resulta normal ni bueno. Vale la pena hacerse algunas preguntas.

¿Quiénes fuera de su gremio se han beneficiado de su lucha? ¿Ha habido una modificación de la estructura social o mejoramiento de la educación? ¿El discurso radical lo sigue siendo o ya es un rollo conservador?¿Han emancipado a campesinos y obreros?

Responder a preguntas como estas desmitifica el carácter popular y democrático de su lucha, como pretendieron hacernos creer en 2006 con la creación de esa fachada mercenaria que se llamó “Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca”, APO. Fuera de ellos nadie ha obtenido beneficio alguno, por tanto, su lucha se reduce a la creación de conflicto para la manutención de privilegios a costa de todos nosotros.

A pesar de que los cambios estructurales suelen ser lentos, ya han pasado más de 40 años del surgimiento de su “Movimiento Democrático” y las estructuras sociales y económicas del Oaxaca siguen más o menos igual y, las modificaciones que, si se perciben, le deben más a las remesas de los que migraron que a la lucha de ellos. No se ha revertido ni la desigualdad, ni la pobreza ni el bajo nivel educativo del estado. El discurso que en los años 80 fue radical no ha cambiado, sigue siendo el mismo, pero cuarenta años después se ha vuelto conservador porque se limita a mantener las canonjías que sucesivos gobiernos cobardes les han dado como lo fue el de Heladio Ramírez López y la entrega del IEEPO o el exceso de crear una fiscalía especial para ellos cuya labor siempre fue evitar que recibieran castigo ante los crímenes que han cometido.

Quisieron realizar una ruptura radical, no lo consiguieron porque desperdiciaron la base social que alguna vez tuvieron por los excesos cometidos por su clase dirigente. No son obreros ni campesinos, son una burocracia dorada que, de acuerdo con los cánones de su anhelo izquierdista, serían ellos la clase dominante en una sociedad con dos clases: la burocracia y el pueblo pauperizado y sometido.

Se esperaría que hubieran provocado un cambio estructural que hoy veríamos reflejado directamente en el nivel educativo estatal e indirectamente en el nivel de vida de las familias de todos los que no pertenecen a su sindicato. Para que se les considere revolucionarios, como ellos lo creen cuando se miran al espejo, éste debió haber beneficiado a todos los niveles de la sociedad, cosa que la realidad niega de forma rotunda.

Con sus acciones pueden suspender las clases, pero no pueden suspender el aprendizaje de sus alumnos ni mucho menos la generación de conocimiento; no depende de ellos y se realiza a pesar de ellos.

Si bien no han creado ninguna institución alguna si han creado una cultura deformada y una imagen falsa al exterior sobre lo que es Oaxaca. Han introducido y la gente ha adoptado sus barbarismos como los son sus verbos “aperturar, accionar y coberturar” además de la cultura de la desobediencia cívica y el desconocimiento de leyes que ellos juzgan injustas porque así les conviene, la ocupación y destrucción de espacios públicos además de la protección a grupos clientelares, como los ambulantes, que les son útiles como sicarios o golpeadores.

Han creado una realidad discursiva que todavía tiene buen nivel de penetración. Han contado con la simpatía de académicos, documentalistas, periodistas extranjeros y escritores que convirtieron su revuelta en un símbolo de movimiento social. Diego Enrique Osorno afirmó que lo del 2006 era la primera gran revolución social del siglo XXI. Todo esa imagen creo una percepción que se ha desdibujado. La base social con la que cuenta se limita a ellos y sus familias, la gente a la que impiden transitar los detesta abiertamente. Los testimonios en las redes sociales lo hacen ver con toda rudeza.

La situación que hoy vivimos ya no soporta los desplantes de esa clase dorada. Nuestra sociedad asalariada es la base de nuestra organización civil y nuestra vida económica depende de la movilidad y las comunicaciones. Cada que atentan contra ella, desde quienes vienen a vender sus productos del campo hasta quienes laboran en alguna institución no se cansan de maldecirlos. Base social ya no tienen y ahora, con el pretexto de entregar vales para uniformes quieren tomar una bandera social y legitimadora que hace mucho perdieron. Su lucha es conservadora, hablando en los mismos términos de su presidente.

ENCIMA DE LA LEY.

Es grave lo que está pasando. A los señalamiento de corrupción ahora se suman los de haber recibido dinero del narco. El presidente está enfurecido y, en su enojo, afirmó cosas muy graves que, ni en él ni en ningún otro presidente debemos aceptar. Él no está por encima de la ley, debería ser el primero en subordinarse a ella y cumplirla. No tiene ninguna facultad para declararse moralmente superior a nadie.

nestoryuri@yahoo.com

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