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Opinión. Ojo, mucho ojo

por Agencia Zona Roja

Abel Campirano

En tierras mixteco-zapotecas, en la antigua Antequera, la Oaxaca de Vasconcelos, de Juárez y de don Porfirio, se emitió una señal cuya interpretación quedará como tarea para los analistas políticos.

Como jurista, la señal me parece preocupante.

Mire usted: el Congreso del Estado de Oaxaca desapareció este fin de semana al Tribunal de Justicia Administrativa del Estado. En lo que los politólogos llaman “albazo” una sesión extraordinaria del Congreso, que duró solo siete minutos, permitió destituir a todos los Magistrados del Tribunal.

Así, de tajo, el Congreso, de mayoría Morenista, desapareció el órgano jurisdiccional, y creó otro al que denominó Tribunal de Justicia Administrativa y Combate a la Corrupción del Estado de Oaxaca.

Se redujo el número de plazas de Magistraturas (de 12 a 7), tres para la Sala Superior y cuatro para las Salas Unitarias. Unas horas después de este borrón y cuenta nueva de los señores congresistas, nuevamente se volvieron a reunir para aprobar la propuesta del gobernador Salomón Jara, también egresado de Morena, y elegir a los nuevos magistrados, con la particularidad de que la sesión y aprobación fue fast track de nuevo y en 14 minutos, sin debate, sin discusión, se aprobaron las reformas y se borró de un plumazo un Tribunal y se creó otro.

Lo preocupante es que en aras de un aparente combate a la corrupción se incurre en una práctica heterodoxa de desaparecer un tribunal y en cuestión de minutos poner otro siendo la razón la que expresara el propio Ejecutivo en el sentido de que en el viejo tribunal “anidaba la corrupción y arropaba actos para afectar su administración”.

Pero no solo es el acto de desaparecerlo y crear otro ipso facto y con votación virtual, sino pretextar el combate a la corrupción sin someterse a discusión alguna el proyecto. ¿Y la constitución del Estado? No me vengan conque la ley es la ley.

Esta es una muy mala señal. Si en Oaxaca, con un Congreso de mayoría morenista, con un gobernador morenista, y con el reiterado discurso de lucha contra la corrupción, se llegó al extremo de desaparecer en siete minutos un Tribunal ¿no andará revoloteando la misma idea en el Valle del Anáhuac?

Porque está más que comprobado que la Suprema Corte estorba a los planes transformadores, además los Ministros ganan más que el presidente, son corruptos, son fifís, tienen cotos de poder y demás ingredientes del sobado discurso matutino.

Los que deseamos que se preserve el estado de derecho, que se respete la constitución y se garantice el orden jurídico y la paz social, tenemos que advertir a la ciudadanía de esas peligrosas señales.

Recordemos el consejo del Tío Gamboín y el de Chabelo: “Ojo, mucho ojo”.

*Analista. Columna publicada en “Milenio”

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