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Opinión. Gentrificación y desigualdad en Oaxaca

por Agencia Zona Roja

Néstor Y. Sánchez Islas.

La gentrificación, el fenómeno social en el que los habitantes de barrios tradicionales son desplazados por personas de alta capacidad económica, es un fenómeno mundial que no solo contribuye en el mejoramiento de la economía de algunas zonas, sino que acentúa la desigualdad, como es notorio el caso de nuestra capital, algunas poblaciones cercanas y toda la franja costera.

La gentrificación, al menos en el caso de Oaxaca tiene un factor que la potencia. La modalidad de propiedad comunal de la tierra y la consecuente inseguridad jurídica provoca que los bienes de propiedad privada, como lo es el caso en nuestra ciudad, eleven sus precios de manera exponencial.

Con la gentrificación vienen otros fenómenos. Es evidente que en la zona centro de la capital no hay comida barata ni en los mercados, antiguos refugios en que la gente asalariada encontraba comida a precios accesibles. A este desierto de comida económica se le conoce como desertificación gastronómica y la subida de precios de los alimentos por causa del turismo se le llama “gourmetización”, de la que todos somos víctimas, especialmente los turistas porque, al desconocer los productos originales, les venden productos cada vez de peor calidad, como lo son el chocolate que ahora se produce con menos cacao y mucha azúcar, como lo son los panes tradicionales en que les venden pan resobado como si fuera de yema, es decir, panes extremadamente porosos que solitos se deshacen, mieles adulteradas con glucosa o quesillos chiapanecos por auténticos oaxaqueños.

Desafortunadamente ninguna institución oficial ha tratado de crear estándares mínimos para evitar el engaño al tolerar la comercialización de productos evidentemente comerciales por auténticos tradicionales. El gato por liebre ya es una tradición oaxaqueña muy arraigada, sobre todo en el comercio informal.

En la construcción se da otro ejemplo de cómo el turismo y la gentrificación no son una industria sin chimeneas y sí son una con fuerte impacto ambiental y social. Tradicionalmente se construyó con adobe durante siglos. La gente usaba los materiales a su alrededor. Lamentablemente hoy el adobe, antes popular y barato, ha elevado de tal forma su precio que construir con este material solo es accesible para quienes disponen de una gran suma de dinero para levantar sus edificios. La arquitectura vernácula está perdiéndose, muchos campesinos ya no conocen las técnicas de elaborar adobes y, por resultar más barato, deben usar a los tabicones y láminas. Una de las industrias más contaminantes del mundo es la del cemento puesto que requiere un enorme consumo de energía, la producción de gases contaminantes y lacontaminación miles de camiones para su traslado.

No es un problema sencillo la gentrificación y es difícil evitarlo. Su mala influencia afecta hasta a nuestras fiestas tradicionales, que se han convertido en una mercancía cultural muy ajena a los significados religiosos que les dieron origen.

Las recientes fiestas de Navidad y fin de año son un ejemplo de cómo la gentrificación no solo tiene efectos económicos sino profundamente sociales que se deberían mitigar. Las tradicionales calendas de las iglesias de la noche del 24 se han disminuido drásticamente en cuanto a la participación de personas devotas y se han convertido en un desfile de baile y color especialmente pensados en el turismo. Los barrios más alejados del zócalo celebran sus fiestas de una manera más ferviente que el comercial colorido de las del centro inspiradas por el estilo Disney que tanto gusta al gobierno actual.

La gentrificación también destruye al patrimonio edificado. Los nuevos propietarios remodelan las viejas construcciones y, en muchas ocasiones las alteraciones rompen con el estilo constructivo de Oaxaca. Encima de ello, algunos de los nuevos dueños han construido terrazas a las que en sut tiempo se opuso Francisco Toledo con justa razón. La proliferación actual de terrazas ha sido tolerada por las diferentes autoridades y lo sorprendente es que algunos personajes que en su momento fueron parte del grupo cercano a Toledo y dijeron defender el patrimonio oaxaqueño, hoy han levantado terrazas sobre las viejas casonas coloniales que no fueron diseñadas para ese tipo de uso, siendo un peligro latente.

En países en que la corrupción es menor, han regulado la gentrificación a través del uso de suelo, un concepto que aquí no se respeta. Las quejas de vecinos de Xochimilco y Jalatlaco por terrazas, salones de fiestas y antros son claro ejemplo de que para la autoridad la prioridad es el moche y no el bienestar de la población.

LA REALIDAD.

Con todos los recursos del gobierno se construye una narrativa triunfalista y nos presenta a Obrador como el mejor presidente de la historia, por encima de Juárez. Los muertos de López no tienen fin. Otra matanza, ahora realizada con drones en la sierra de Guerrero es la realidad que quieren ocultar.

nestoryuri@yahoo.com

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